Sed de Piel

Sed de Piel

“¿Me das un abrazo?” Esa fue la sorprendente petición que recibió María de su vecina del quinto, Carmen, al cruzarse el lunes en la escalera. “Es que lo echo de menos.”

En estos días en los que tenemos que guardar la distancia, no saludarnos con un beso o un abrazo no parece difícil entender que ya nos está pasando factura a muchos y a los que no, les llegará. No es una amenaza ni un mal deseo para el próximo año, es algo que nos hace humanos.

Los seres humanos ‘necesitamos’ el contacto físico con los demás casi con tanta fuerza como sentimos las demás necesidades fisiológicas. Lo que en psicología se denomina “sed de piel“, también conocida como “sed de contacto“, es la necesidad de contacto humano físico.

El otro día nuestra compañera ,María Pardo nos compartía una carta que había leído en un semanal en la que se tocaba este tema. La reflexión que trascendía es que en otros momentos de la historia ciertas carencias marcaron a una generación. Nuestros abuelas siempre preocupados por que comamos lo más posible por” si vuelve otra guerra”. El trauma del hambre puede que en nuestro caso cambie por la falta de contacto y hagamos acopio cuando se pueda de cariñosos abrazos y caricias.

El Dr. Terry Kupers, psicólogo y escritor que lleva décadas testificando en calidad de experto a favor de quienes están encarcelados en régimen de aislamiento, ha visto los efectos de la sed de piel de primera mano. “El contacto físico es un requisito del ser humano”, indica Kupers. “Hay algo sanador en ello. El contacto físico no está solo relacionado con el ser humano: es lo que nos define”.

Nos abrazamos cuando estamos alegres y también cuando tenemos pena. Por eso, en casos como la cuarentena y el aislamiento físico, es probable que muchos dejemos de sentir la sensación de cercanía al no poder utilizar sentidos como el tacto, que los seres humanos tanto necesitamos.Es mucho lo que se consigue con un abrazo, por eso la solución para paliar algo este hambre de piel pasa por buscar una vía alternativa de comunicación que pueda hacernos sentir cercanía, que “pueda llegar al corazón”. La principal, dicen, es la palabra, usarla para transmitir amor, presencia,ternura.

Comunicarse efectivamente, siendo amables con los demás y con nosotr@s mism@s,

una llamada, un audio cariñoso, un mensaje…

Se trata, dicen los psicólogos, de poner palabras a los afectos, de ponernos al servicio del otro cuando está en dificultades, de hacer un acompañamiento real y también de hacer peticiones cuando ese cariño que uno necesita no le está llegando.

“Hemos de comunicar con palabras lo que el cuerpo no puede comunicar a la espera de que las manos y los brazos puedan volver a comunicarlo en breve”

Mireia Cabero (Psicóloga, profesora UOC, directora Cultura Emocional Pública)

Carolina Parrera
cparrera@integracionsocial.es
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